lunes, 19 de noviembre de 2012

Pupilas dilatadas, pupilas delatoras.

Pupilas dilatadas, delatoras,
emoción espesa,
babas gravídicas,
brown sugar, único…
borrando el resto.
Fugaz deleite,
esto ya no es rock’n roll.
Mis amigos del billar,
muertos, casi todos,
con un flaco cadáver desdentado.
Ana Curra golpea sexualmente
el marfil de un piano
de metacrilato,
muy viejo.
De nuevo en El Cielo
haciendo muescas en la barra
salpicada de ginebra seca,
buscando el calor del amor.
Septiembre, hace calor,
ayudo al mono a subir al autobús
y me pregunto si atacará la URSS.
La dulce Jane tiene la llave,
resistiré hasta el fin
cantando viejos blues,
escuchando a los Stones
desde un viejo Cadillac,
escupiendo a los urbanos…
Mi colección de moscas sobre un vidrio mojado,
roza el límite del bien y del mal.
Cogeré el tren de las seis y diez,
necesito un trago,
rodeado de hormigón, esquivado por mujeres
y relleno de alcohol,
agotado de esperar el fin,
prometo estarte agradecido
aunque cien gaviotas se caguen en mi alma,
aunque un blanco/ negro de Balaidos baile sobre mi tumba,
aunque la chica de ayer me hubiera negado el beso
y me hubiera robado la flor,
aunque me muerda Denis bajo la luna llena…
prometo estarte agradecido,
soy educado,
aprendí en una escuela de calor
y no, no me arrepiento,
volvería a hacerlo.
Fue mi vida, son mis recuerdos,
son tus recuerdos
¿verdad?