sábado, 15 de marzo de 2014

Rayos y Centelles

Rayos y Centelles

     Esta es mi historia y es real, real de realidad no de realeza. Luché con la verdad por delante defendiendo la legitimidad de un gobierno elegido por el pueblo. Luché con otros muchos como yo que no quisieron bajar las orejas y dar el brazo a torcer. Luchamos y perdimos quizás porque nosotros nos cobijamos bajo la sombra de diferentes banderas y ellos, los rebeldes, a la sombra de solo una, grande y para nada libre. Y después de perder la partida, muchos de nosotros nos negamos a aceptar la humillación, seguimos luchando en la penumbra de la clandestinidad, en la humedad de la montaña desnuda, con la esperanza de que los vencedores de la otra guerra nos ayudaran. La esperanza es lo que te mantiene vivo en algunas ocasiones, en otras no puede luchar contra la envidia de los hombres, el resentimiento y la malquerencia. Yo tuve suerte, escapé como pude de aquella emboscada urdida por los soplones y los “civiles”, quizás ayudado por la enorme tormenta, los intimidantes truenos y los fúlgidos relámpagos. Pasé muchos años escondido en un minúsculo zulo para salvar mi vida y gracias al destino o a los años que no perdonan, no creo que ningún dios tuviera nada que ver, después de cuarenta años humillantes, el jefe de los insurrectos murió y con su muerte llego de nuevo un estado, no como el que teníamos, pero mejor que el que tuvimos.

     Ahora vivo con mi familia, en mi casa y no tengo que esconderme de nadie. Ellos siguen viviendo con sus familias, en sus casas y tampoco se esconden de nadie y lo que es peor, sus hijos nos gobiernan votados por el pueblo. Esto nuestro, más que una transición, fue una transacción.


jueves, 6 de marzo de 2014

La Princesa. Los relatos del "Skanda 18"

La Princesa

En un reino muy lejano, hace mucho tiempo, vivía una hermosa princesa en un enorme castillo custodiado por un batallón de dragones escupefuegos, trolls comehombres y hadas madrinas de las malas malísimas. La razón de tal reclusión fue que la pobre e inocente chica se había enamorado de un pastor y claro, dentro de la realeza, no se puede permitir que una princesa se case con un plebeyo no vaya a ser que salga drogadicto o estafador y arrastre en su caída a todo el aparato monárquico del país.
En estas estábamos cuando su majestad el rey, con el pretexto de ir a la guerra a luchar contra el maligno invasor de las Germanias que estaba imponiendo su voluntad y desprestigiando la propia soberanía del país, decidió darse un respiro. Y no, no fue una chocolatina, que el pobre monarca, por gracia de dios,  agobiado por tanto trabajo se fue a matar animales por el simple hecho de matar, de ver salir la sangre por el boquete de la bala.
Pues así como estaba de relajado, no se sabe muy bien si por el hecho de asesinar o por la considerable cantidad de whisky que llevaba consumida, no apercibió la enorme mole que le estaba dando sombra desde hacía un rato. Era tan grande como una montaña y del agujero que tenía en el pecho manaba tanta sangre que al pobre elefante le iba a ser imposible llegar al cementerio. De hecho no llegó, se desplomó allí mismo aplastando todo lo que tenía debajo, incluido el padre de la princesa cautiva.

La noticia corrió como la pólvora, la monarquía se esfumó y, cosas del destino, el pastor se convirtió en presidente y nada más aceptar el cargo tuvo el primer dilema. Lo resolvió sin apenas pensar, la princesa se quedaría en el castillo prisionera, no fuera que reclamara el trono...


martes, 4 de marzo de 2014

Cuando torne la ñeve


Cara A

Ahora que profundos surcos hienden mi piel y después de toda una vida arrastrando rémoras ancladas en mi alma, me dispongo a morir solo, igual que viví. Tu abandono no me dolió tanto como tu ausencia. Traté de llenar el vacío pero resultó ser un vacío irrellenable, sin fondo, un agujero negro, lóbrego... Jamás pude tener una vida normal, familia o amigos, tu sombra siempre fue más alargada que la del ciprés. Nunca más confié en nadie porque nadie merece mi confianza. Hasta aquí llegué.

Cara B

Llevo aquí tantos años... En la misma postura, tan cerca de ti y tan lejos al mismo tiempo. Yo fui la que se empeño en vivir tan al norte, la nieve siempre me enamoró y al final, ya ves, aquí sepultada por un alud, olvidada y vilipendiada porque todo el mundo cree que me escapé con el señor este que está a mi lado. Ahora se lo que siente Walt Disney