sábado, 15 de marzo de 2014

Rayos y Centelles

Rayos y Centelles

     Esta es mi historia y es real, real de realidad no de realeza. Luché con la verdad por delante defendiendo la legitimidad de un gobierno elegido por el pueblo. Luché con otros muchos como yo que no quisieron bajar las orejas y dar el brazo a torcer. Luchamos y perdimos quizás porque nosotros nos cobijamos bajo la sombra de diferentes banderas y ellos, los rebeldes, a la sombra de solo una, grande y para nada libre. Y después de perder la partida, muchos de nosotros nos negamos a aceptar la humillación, seguimos luchando en la penumbra de la clandestinidad, en la humedad de la montaña desnuda, con la esperanza de que los vencedores de la otra guerra nos ayudaran. La esperanza es lo que te mantiene vivo en algunas ocasiones, en otras no puede luchar contra la envidia de los hombres, el resentimiento y la malquerencia. Yo tuve suerte, escapé como pude de aquella emboscada urdida por los soplones y los “civiles”, quizás ayudado por la enorme tormenta, los intimidantes truenos y los fúlgidos relámpagos. Pasé muchos años escondido en un minúsculo zulo para salvar mi vida y gracias al destino o a los años que no perdonan, no creo que ningún dios tuviera nada que ver, después de cuarenta años humillantes, el jefe de los insurrectos murió y con su muerte llego de nuevo un estado, no como el que teníamos, pero mejor que el que tuvimos.

     Ahora vivo con mi familia, en mi casa y no tengo que esconderme de nadie. Ellos siguen viviendo con sus familias, en sus casas y tampoco se esconden de nadie y lo que es peor, sus hijos nos gobiernan votados por el pueblo. Esto nuestro, más que una transición, fue una transacción.


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