lunes, 20 de enero de 2014

L'iviernu o " Dí treinta y tres"

Los relatos del "Skanda 18"

Otra noche en blanco. Este invierno está viniendo muy poco cocinado. Frío y calor alternándose hacen que este catarro no se salga de mis pulmones. Toso y toso y en los momentos de calma fumo un cigarrillo, que hubo una época en que fumar era saludable y estaba muy bien visto. Ahora no se puede fumar en los bares por lo que tenemos que salir al frío y por consiguiente nos resfriamos. Pero ¿de quién es la culpa? ¿Del tabaco o de los políticos de turno? El médico me manda decir treinta y tres y no puedo por menos que reírme. Treinta y tres hachazos, treinta y tres balazos y treinta y tres patadas en la entrepierna no serían suficientes para acabar con esta cuadrilla de hampones, chorizos y maleantes que nos están gobernando. ¿Hasta cuando seguiremos diciendo treinta y tres? ¿Cuánto aguantaremos con los pulmones enmohecidos? ¿Cuándo saltará la chispa que encienda la redvolución?
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martes, 14 de enero de 2014

La naranja, tercera parte y última.

Los invitados llegaron a la hora prevista pillando a su anfitrión, Don Segundo, en ropa interior y corriendo por el portal acompañado de un extraño cortejo persiguiendo una naranja. Todos miraban con ojos lujuriosos a la sanguina viajera menos un bombero que no apartaba la vista del slip de Don Segundo. En la manguera viajaban atados por el cuello y por otras zonas del cuerpo, varios niños y niñas de la comunidad. Por lo rojo y congestionado de sus rostros, parecían acalorados. No se movían, solo rebotaban.

Don segundo, al ver a sus invitados, frenó en seco, provocando un choque en cadena que acabó en una especie de pirámide humana. La base la formaron los invitados, seguía Don segundo que notaba un fuerte dolor en la parte sagrada del cuerpo donde acaba la espalda. Sobre él y con cara de bellaco carnal, el bombero del mes de noviembre, que a su vez soportaba el peso de Mary Luz la del Segundo, ligeramente ensangrentada pero feliz. Por casualidad, los otros ocho vecinos que perseguían la naranja eran catalanes de modo que aprovecharon la inercia de la caída y formaron un castillito de esos que montan en las fiestas.

La naranja salió rodando por el portal abierto y acabó hecha un amasijo sanguinolento bajo las ruedas del camión de los bomberos.


El segundo del día.

domingo, 12 de enero de 2014

LA NARANJA (segunda parte)

¡Haga el favor de no empujarme más! repetía Don Segundo que era el vecino que vivía en el cuarto. Don Segundo y otros ocho más se debatían apelotonados en la ventana del rellano del patio de luces para ver a la mujer del sexto A envuelta en todo tipo de prendas, enrollada con cuerdas y decorada con pinzas multiformes. Parecía un rito mortuorio de alguna cultura ancestral de esas que salen en los documentales. Mary Luz, la criticona del segundo, no paraba de sollozar, abrazada de forma lasciva al bombero del mes de noviembre. Parecía el trailer  de una película de terror de serie B. El bombero intentaba liberarse de la presión que la señora ejercía en sus glúteos, para ello usaba el hacha. La señora tenía la cabeza destrozada, machucada, pero no se le borraba la sonrisa y no aflojaba un ápice la presión.

Una naranja apareció rodando por la escalera y todos, incluido el bombero que tenía a una señora pegada a su culo, se lanzaron a por ella olvidando, por un momento, el cadáver multicolor que yacía en el patio de luces.

jueves, 9 de enero de 2014

La naranja. Primera parte.

Su madre le ofreció una naranja. Hacía siglos que no veía una, tan redondita, tan naranja. El ímpetu, provocado por la ansiedad, hizo que el intento de coger la naranja, volcara la jarra de agua. Esta liberó su contenido y el suelo de madera vieja agradeció el baño ya que en aquella casa hacía un calor insano. Su madre resbaló, trastabilló, a duras penas llegó a la ventana entreabierta y no tuvo tiempo de ver ni de notar como la propia ventana la vomitaba al patio de luces. Mientras la naranja botaba por el suelo del pasillo, la madre sorteaba grácil y alegremente la ropa tendida de las vecinas y no se le escapaba una. La del quinto G usa bragas del primart, la del cuarto no echa lejía a la ropa blanca, el del tercero F tiene una planta muy rara en la ventana. ¡Adiós Mary Luz!, qué maja es esta señora, siempre pendiente de todos los vecinos. Al llegar a la altura del primero se hace la pregunta del millón, ¿cómo podrán vivir en esta oscuridad?
Mientras, el joven persigue a la naranja escalera abajo.