martes, 14 de enero de 2014

La naranja, tercera parte y última.

Los invitados llegaron a la hora prevista pillando a su anfitrión, Don Segundo, en ropa interior y corriendo por el portal acompañado de un extraño cortejo persiguiendo una naranja. Todos miraban con ojos lujuriosos a la sanguina viajera menos un bombero que no apartaba la vista del slip de Don Segundo. En la manguera viajaban atados por el cuello y por otras zonas del cuerpo, varios niños y niñas de la comunidad. Por lo rojo y congestionado de sus rostros, parecían acalorados. No se movían, solo rebotaban.

Don segundo, al ver a sus invitados, frenó en seco, provocando un choque en cadena que acabó en una especie de pirámide humana. La base la formaron los invitados, seguía Don segundo que notaba un fuerte dolor en la parte sagrada del cuerpo donde acaba la espalda. Sobre él y con cara de bellaco carnal, el bombero del mes de noviembre, que a su vez soportaba el peso de Mary Luz la del Segundo, ligeramente ensangrentada pero feliz. Por casualidad, los otros ocho vecinos que perseguían la naranja eran catalanes de modo que aprovecharon la inercia de la caída y formaron un castillito de esos que montan en las fiestas.

La naranja salió rodando por el portal abierto y acabó hecha un amasijo sanguinolento bajo las ruedas del camión de los bomberos.


El segundo del día.

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