jueves, 18 de febrero de 2016

Polvo brillante


     Silencio y soledad, aislamiento y sosiego, intimidad, exclusión, destierro y melancolía, confinamiento, abandono, liberación. Esto es lo que siento, cada cosa en su sitio y todas a la vez en un crisol de álgida espuma.
     Mis párpados sienten el ardor del sol,  seguramente sea el comienzo de una tarde, la última, que promete ser larga y hasta tediosa. Seguro que las motas de polvo estarán brillando en los haces de luz que se cuelan por las celosías de la balconada. Estarán bailando al son de cantares olvidados en los recovecos de una memoria incierta y aplastada. Talmente  percibo las sombras arabescas en la pared del fondo, sobre el aparador de los platos de domingo, sobre el retrato que los abuelos trajeron de Cuba. No siento ruidos. Ninguno. Ni pájaros ni campanas, ni suspiros o llantos. Nada. Es raro. Es muy raro.
     Este lecho duro confina mi cuerpo. No puedo moverme. El traje me aprieta, la corbata me ahoga y todo junto agobia pero a la vez libera. Es un sentimiento contradictorio y agotador. Ahora mismo necesitaría un truco que me sacase de esta apatía pero creo que ni el mejor prestidigitador del mundo conocido, lo conseguiría.
     Pensándolo fríamente, no es apatía. No sé lo que es. Es nuevo para mí y tarea ardua y espinosa el tratar de dilucidar, el tratar de apartar los escollos para ver la meta. Me estoy agobiando. Esto es muy estrecho, tanto que no puedo respirar. Una sacudida. Hace tiempo que no respiro. Otra sacudida.

     ¿Qué pasa aquí? Noto un traqueteo pero no oigo nada. Tampoco veo nada. Solo siento un calor asfixiante, abrumador, opresivo, angustioso...

martes, 26 de enero de 2016

Camarón

    Debajo de la enorme piedra que hay cerca de la playa, habitan felizmente una familia de enanos de jardín. Su historia es una historia curiosa que ellos cuentan siempre que alguien esté dispuesto a oírla. Provienen de un vergel de la Provenza, se les nota el acento francés a kilómetros, y están aquí porque fueron liberados por el FLEJ o más comúnmente conocido como el Frente de Liberación de Enanos de Jardín, muy activo en el país vecino. Tras una ardua travesía sorteando cazadores de enanos prófugos, torcaces asesinas de cuello verdoso y otros muchos peligros que acechan constantemente a los seres de su reducido tamaño, llegaron al menhir, al tótem, al símbolo fálico que representa la fecundidad en mi pueblo. Llegaron dos y ya son dieciséis. Viven felices tocando la mandolina, cazando y criando camarones autóctonos. De vez en cuando van al cine el día del espectador.