jueves, 10 de enero de 2013

C'est la vie

Los números primos se deshacen
los pequeños altavoces del director
desgranan mi nombre con tono aséptico
adiós a los cristales empañados.

En el coche de las porteras
el camino, perturbado
por algo intangible,
resulta oprimente y húmedo.

Los muebles, apilados
en las esquinas,
abriendo paso en el centro
a la caja alargada.

Una polilla danza
al son de las luces de vigilia
y dibuja en el aire
un futuro incierto.

Mi primavera número catorce
no olerá a rosquillas,
no tendrá los días radiantes,
ni las noches cálidas,
ni la sonrisa cándida,
ni sabor a vainilla,
ni el tacto dócil,
ni  palabras plácidas.

The passenger

Treinta y siete almas
llevando un tren del punto “A” al punto “B”
los altavoces del andén
escupen mi nombre
tono metálico
el pasajero con destino incierto
embarque por anden trece.
Un viaje apretado y humedo
una sala despejada
una caja larga
y una polilla polvorienta
merodeando entre las luces de vigilia.
El olor del anís
se expande
no hay dolor
solo letargo.