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propincuo,
cua.
(Del lat. propinqŭus).
1. adj. Allegado, cercano,
próximo.
Ernesto o el viaje final
Hace unas horas
aun estaba vivo y feliz a mi manera con mis fotocopias y mis cubos de basura.
No sé cómo pasó, pero pasó en un tris, tan rápido que no me dio tiempo a
reaccionar, ni siquiera me dio tiempo a ponerme los pantalones. Imagínense, que
bochorno, los policías del barrio, los de la científica, los vecinos, hasta el
del bar de enfrente el muy hijo de puta, se descojona y disfruta viendo el color de mi sangre...
—Este una vez en
carnaval se disfrazó de dálmata y todo el mundo pensaba que iba disfrazado de
vaca...
Y yo sin
pantalones. A pesar de lo que ustedes puedan pensar, mi mayor miedo, por
llamarlo de alguna manera, es que me vean sin pantalones, las imágenes del
ordenador ya no representan peligro. Tengo el culo gordo desde que tengo uso de
razón, siempre lo intenté disimular con pantalones holgados y camisas largas,
pero ahora, sin nada de eso, estoy expuesto a que todos me critiquen, y lo peor
de todo es que los estoy oyendo, que cabrones todos, no se salva ni uno, ni los
más propincuos.
Ahora tengo que
mentalizarme, el tamaño de mi culo ya no importa voy a reunirme con mis niñas.
En este corto viaje hacia la luz, me siento etéreo como las canciones de Enya,
grácil cual okapi vagando por la sabana, sublime como el Macallan de treinta
años, irreal como la copa de Europa de la Cultural, tenue como los colores del
otoño cantábrico, incorpóreo como el aroma del tomillo, delicado como el
merengue de mi abuela, volátil como la fama que un día tuve, húmedo como la
primavera de mi tierra, límpido como el espesor del bosque, cristalino
como el mirar del niño, diáfano como la luz del otoño, terso
como la piel joven, albo como la nieve recién
caída, pulcro
como una patena, fresco como el gazpacho del
verano,
relamido
como el chocolate que baña a los churros en diciembre, aseado
como el niño de primera comunión...