Hubo una época en que sentía
miedo del mar, pero solo de noche. También sentía miedo al vino pero solo a la
hora de comer. Tenía miedo a los dobermans solo si estaba sobrio, a los rayos
si no tenía una iglesia cerca, a mis amigos zombis cuando andaban de la mano del
mono, a que me dijeran que no en lo lento… Ahora ya no tengo miedo a los
dobermans, están pasados de moda, al vino bueno, al anochecer a la orilla del
mar contemplando esas enormes tormentas eléctricas sobre la raya, es una
delicia, ya no hay lento y los zombis están todos muertos. Todo está más
arrugado ahora.
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