Estaba yo un día, nadando en un estanque lleno de peces viscosos que se regodeaban rozando mi cuerpo y lanzando pequeños ataques a mis partes blandas, cuando entre aguadilla y aguadilla la ví acercarse, quitarse la ropa y zambullir su blanca, casi translucida, desnudez en mi trozo de lodo. El agua se enfrió, los peces huyeron coleteando frenéticamente, el cielo perdió su brillo celeste y solo note su beso en mis labios arrancándome, con sumo placer por mi parte, todo hay que decirlo, mi último aliento.
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